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Dos estilos de plantear un reto.

  • Foto del escritor: Miguel Ángel Colchero
    Miguel Ángel Colchero
  • 15 jun 2017
  • 3 Min. de lectura

Hoy me pregunto por qué siempre busco retarme. Pienso en las veces que al cabo del año que necesito demostrarte que puedo, que lo conseguiré, que me he superado. Y digo necesito demostrarte cuando no es real, porque lo verdaderamente cierto es que disfruto el reto. Esa oposición de fuerzas que termina por ser un medio, una herramienta, mi trampolín.

Cierto es que no siempre gano el reto, que en muchos casos me he quedado en medio, que no he llegado a la meta y que en alguna ocasión ni siquiera hice acto de presencia en la salida. Pero te aseguro que siempre, y cuando digo siempre, es siempre, me llevé un aprendizaje, una emoción, un sentimiento.

Hay diferentes estilos de retos, algunos son auténticos proyectos de vida y otros son simples necesidades temporales. En mi caso puedo hablar del ejemplo relacionado con mi faceta de padre, en el que el desafío es convertirme en el mejor padre que puedan tener mis hijos. En este caso, hablo de un proyecto de vida, de una constante diaria, de un resultado incierto.

Los proyectos de vida definen cuál es tu fin en la vida. En mi caso tengo muy claro un par de ellos, así como que uno de mis "microproyectos" es el de definir un tercero. ¿Por qué hago esto? Apoyándome mucho en el segundo hábito de S. Covey que aparece en "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva" (100% recomendable), sostengo que tener claro cuál es el propósito de vida de una persona le permite acceder a la opción de reflexionar sobre si las acciones que lleva a cabo a diario van encaminadas en la dirección correcta o por el contrario le alejan, es decir, si lleva la cámara bien enfocada en el viaje de su vida. El fin o proyecto muestra la meta para para que busques el camino y, aunque habrá ocasiones en las que escojas el camino equivocado, con el tiempo te darás cuenta de que lo realmente importante es que tomes conciencia y salgas de él. En ocasiones cogerás el camino más largo, tendrás que valorar aquello que te aporta y si tener presente si cuentas con el tiempo necesario para llegar o, por el contrario, es mejor cambiar de dirección. En otras ocasiones necesitarás descansar durante el trayecto, házlo. Pero recuerda que lo más importante es que camines en dirección a lo que tú deseas en la vida.

¿Quá quieres hacer en esta vida?

¿Tus acciones de hoy te llevan a donde tu quieres llegar?

En el caso de que no sea así, ¿qué planeas hacer?

Menos profundos, pero tremendamente útiles son los "microproyectos" o retos temporales. Estos retos tienen fecha de inicio y de fin (o al menos anticipemos que deben tenerlo). En ocasiones ayudan a conseguir nuevos hábitos de vida, en otras simplemente ayudan a elevar la autoestima y, en otras tantas, proporcionan la justa cantidad de automotivación que uno necesita.

Aquí tenemos todos viejos conocidos: adelgazar, hacer ejercicio, formarse, convertirse en o ser..., etc. En la próxima entrada hablaré más en profundidad de estos retos, comentaré aspectos como el relacionado con los errores que suelen cometerse durante el recorrido que va desde el momento en que denominamos o ponemos nombre al objetivo y el de la ejecución, esos errores que no nos permiten finalizar el reto. Y lo más importante, te facilitaré pequeñas pautas que te permitan tener la mayores probabilidades de conseguir el éxito.

"Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante" - Paulo Coelho.

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