Los pequeños grandes maestros: Niños
- Miguel Ángel Colchero
- 24 may 2017
- 3 Min. de lectura

Esta semana me gustaría dedicar la entrada a mis hijos, los cuales son una fuente inagotable de enseñanzas para mí, y también a todos los niños de este mundo. Esas pequeñas luces que llenan la Tierra de puntitos brillantes.
Ellos van a una guardería o a un colegio a que les enseñen más cosas de las que nosotros podemos mostrarles en casa, un saber complementario y valioso al del día a día en el que con paciencia y tesón les enseñamos a ser personas.
Sin embargo, existen esos momentos en los que me pregunto en qué preciso instante nos paramos a pensar o a trabajar en todo aquello que esos maravillosos "pulgarcitos" nos enseñan a nosotros. Porque sí, las pequeñas grandes cosas a menudo vienen envueltas en cajitas de regalo llamadas “niño” o “niña”. Pero, ¡ojo! Hay que entrenar una virtud llamada 'humildad' para considerarse aprendiz aun siendo adulto y ser capaz de recibir la enseñanza que viene del menor.
Aunque a continuación voy a enumerar 5 enseñanzas de las que ellos nos transmiten a nosotros, es sabido que la lista es inmensa. La intención no es informar, ya que estoy seguro que en la mayoría de los casos las conocemos. El objetivo es hacerte reflexionar, que pienses en cada uno de las enseñanzas que ellos nos aportan y que en la medida que puedas, que estoy seguro es alta, trabajes sobre ello.
1- Viven con plenitud en cada una de sus acciones. Cuando corren una carrera lo dan todo, cuando comen esa fruta que les gusta la disfrutan como si fuera la primera y la última que van a comer. Cuando quieren algo lo desean con toda la fuerza del mundo. Cuando gritan lo hacen lo más fuerte que pueden, cuando lloran, lloran sin limitación alguna.
2- Viven el presente. No conocen el pasado ni el futuro. No se lamentan, ni se preocupan. Simplemente viven el momento. Enfocan el 100% de su energía en el aquí y el ahora.
3- No tienen miedo. Si tienen una limitación es porque le hemos educado para que la tenga. Si les dices tírate por ahí, simplemente se tiran. Son verdaderos valientes.
4- Aman sin pedir nada a cambio. Ellos dan amor y no esperan moneda de cambio. La naturaleza del ser humano es amar y en ellos reside su esencia.
5- Lo más simple puede ser lo más hermoso. Ellos te demuestran la grandeza de las pequeñas cosas, un palo, una piedra, un caracol, un avión en el cielo. Tienen la capacidad de hacer grande elementos a los que los adultos nos hemos encargados de restar valor.
Y es que cada vez más, me doy cuenta de que necesito vivir con plenitud cada momento, que una conversación sea la conversación, exprimir el sabor de cada bocado. Necesito vivir el presente, el ahora. Dejar de perder el tiempo pensando en qué va suceder, en planificar una vida cuya fecha de caducidad desconozco. Estoy decidido a dejar de tener miedo, pienso enfrentarme a mis temores, al fin y al cabo la vida es un simple juego. Amo a mis hijos, mi mujer, mi familia, mis amigos, a cada uno en su forma, pero si hay algo que quiero que tengan claro es lo siguiente: os amo de forma incondicional.
No necesito nada más que empezar a valorar las pequeñas cosas. Contra más lo hago, más feliz soy. El consumismo al que nos educa la sociedad de hoy en día, sólo me lleva a la insatisfacción de lo que tengo y el deseo de algo nuevo y "mejor".
Es hora de aprender de mis hijos, de los tuyos, de todos los niños del mundo. Tenemos tanto que aprender...... ¿Te unes?
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