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Pactar con el diablo


Hay personas que piensan que pactar con el diablo es cosa de brujería. Hay quien se pregunta si es posible e incluso qué pasos deben seguir para conseguirlo. Ligamos la expresión pactar con el diablo al mundo esotérico cuando en nuestro día a día experimentamos esos mismos diablos, diablos que toman diversas formas y con los que acabamos pactando a diferentes precios.

La vida en más de una ocasión acaba siendo una negociación entre diferentes partes: con tu jefe, con algún que otro familiar, con tus amigos, con el resto de la sociedad o también, por qué no, contigo mismo. La vida nos muestra un camino que se divide en múltiples direcciones obligándonos a elegir. Eso, claro está, si no queremos que otros elijan por nosotros, si lo que queremos ser es la persona que maneja el carro de caballos y no el carro o el caballo. Mientras que unas veces la vida se nos presenta como una batalla en la que debemos lidiar con un pequeño asalto o simplemente habitar en las trincheras, en otras la misma nos empuja a una lucha titánica con imponentes desafíos, tanto o más como el vacío que surge al otro lado del acantilado.

En la batalla el diablo juega a seducirnos por medio de sus más sugerentes artilugios para hacernos caer en la tentación, desde el dinero o la belleza, hasta lo más sencillo disfrazado de otro nombre (ya sea falso amor, amistad convenida, idolatría artificial). Nos tienta a decantarnos por lo que parece la decisión más favorable, con la que mejor vamos a vivir, con la que alcanzaremos el éxito que podemos lograr, con el camino más llevadero... Pero entonces, piénsalo, ¿a qué precio estamos vendiendo nuestra alma?, ¿qué hacer cuando entendemos que no perseguimos nuestro ideal?, ¿nos arriesgamos a ponernos de acuerdo con el mismísimo satanás para minimizar el daño?

Personas que se vendieron al más guapo/a, al puesto de trabajo de más "éxito", a la decisión "más" fácil, a la situación que "menos" problemas le podía dar perdieron algo importante en el camino. Su alma.Hoy perder el alma, no es más que perder la dignidad, la libertad, la claridad. La vida nos lleva a escoger caminos en los que no podemos retroceder por falta de coraje o por sentirnos obligados a aceptar. Es el precio de vender nuestra alma al diablo.

Solamente la pausa, la introspección, nos permitirá no caer en el error de no saber cuán bajo hemos caído. Quizás hoy, solamente quizás, sea un buen día para decidir si romper tu contrato con los diablos de tu vida o ser consciente de que el precio que pagas es realmente justo.

¿Cuál es el precio de tu alma?

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