Volver a mirar
Hay momentos, acciones, circunstancias que te hacen ver que te estás desviando del camino. Es como ese instante en el que te quitas las gafas y ves borroso unos segundos dándote cuenta de la diferencia que implica el llevarlas puestas o no. Da igual lo importante que puedan llegar a ser o lo que lo podamos magnificar, lo verdaderamente interesante es lo que esos fragmentos de tiempo, acciones concretas o eventos producen en nosotros mismos porque se convierte en el borrón que aclara nuestra visión.
Sin ir más lejos, este sábado pude comprobarlo yo mismo en mis propias carnes. En mis practicas de coaching, realice una sesión realmente nefasta de principio a fin. Es como si sintiera que no sabía nada, enfrascado a la vez que ido. En este caso el resultado era lo de menos, porque de hecho son prácticas enfocadas a mejorar y continuar con el aprendizaje de diferentes herramientas y técnicas.
Pero sin lugar a dudas lo mejor de todo es lo que me pude llevar. La enseñanza que pude extraer de ello me hizo parar, levantar la cabeza y mirar. Pude observar que me desviaba del camino, que había dejado de dar mi mejor 100%, que estaba perdiendo parte de mi esencia. Quizás una parte del ego que tenemos me jugo una mala pasada, o tal vez simplemente era un estado que necesitaba experimentar para coger fuerza. No lo sé con exactitud, aunque lo que sí tengo claro es que a partir de entonces he vuelto a coger impulso. Es el trampolín que necesitaba.
Ahora, desde esta posición, vuelvo a tener delante de mis ojos un mapa de perspectivas junto a un montón de áreas de mejora en las que trabajar y que, como escalón superado, celebro porque soy consciente de la diferencia que ha marcado en mi camino. Justo debajo de todo esto tengo un pequeño post-it con lo que he conseguido y lo poco que sé. Y a la izquierda, donde se sitúa el corazón en nuestro cuerpo, tengo toda la ilusión, la fuerza y todas las ganas del mundo.
"Confiar en ti mismo no garantiza el éxito, pero no hacerlo garantiza el fracaso" Albert Bandura.
